EDITORIAL: A 28 días de las elecciones en Honduras

Apenas estamos a 4 domingos de las elecciones en nuestro país, y  según las encuestas con mayor credibilidad, estamos ante un empate técnico entre Nasry Asfura (PN) y Xiomara Castro (LIBRE), y en un tercer lugar se encuentra Yani Rosenthal (PL).  En este momento muchos electores aun se muestran indecisos a quien apoyar con su voto el domingo 28/Nov., y muchos otros no lo revelan de manera contundente, por lo que no hay claridad de quien pudiese salir electo.

Personalmente he sostenido la tesis que Honduras se encuentra en un momento de quiebre, debido al deterioro en el estado de derecho, a la lucha infructuosa en contra de la corrupción y a una situación económica muy comprometida por los devastadores efectos de la pandemia, de las tormentas Eta y Iota, y mas aun por un estancamiento en el desarrollo del capital humano por un sistema de educación ineficiente y débil. Honduras es víctima de nuestras propias carencias e indiferencia, del pasado y del presente.

Por otro lado, 12 años de gobierno nacionalista le han pasado factura por el desgaste y los múltiples casos de corrupción que salpican aún a personajes que hoy aspiran a un puesto de elección popular. Existe un desencanto entre la población con la democracia, a tal punto que el abstencionismo es un grito en silencio que solo es reflejo del hartazgo de muchos, en nuestro sistema para escoger a quienes nos gobiernan.

La última vez que Honduras tuvo buenas noticias y buena gobernanza con resultados contundentes para toda la población fue en el último tercio del gobierno del presidente Ricardo Maduro en el 2005, cuando logramos que se le condonara al país casi un 60% de la deuda externa, lo que tuvo efectos inmediatos para la administración siguiente: el presidente Zelaya recibió un país con un poco menos de 2 mil millones de dólares en deuda externa, y con holgura en el presupuesto nacional para realizar inversiones que debieron sacar al país adelante. Los primeros dos años del período del gobierno de Zelaya fueron de bonanza y así lo recordamos muchos pero es importante señalar el origen de esos buenos tiempos: venía de un esfuerzo que se extiende desde el período presidencial del presidente Flores (1998-2002) hasta la culminación en Octubre/2005 durante el gobierno del presidente Maduro. Lamentablemente el deseo de permanecer en el poder del presidente Zelaya, al intentar cambiar la constitución a través de la fallida Cuarta Urna, desencadenó en los hechos del 28/junio/2009.

Y finalmente vinieron 4 años nefastos, del gobierno del presidente Lobo donde el narcotráfico y la corrupción permearon y se apoderaron del país. Es en este período donde sucedieron hechos bochornosos  como el escándalo del IHSS, el cual tuvo como consecuencia un sistema hospitalario frágil y que pagamos los hondureños con sangre de hondureños que han fallecido por causa del Covid. La ‘cereza del pastel’ se la llevan los acertadamente acuñados como ‘hospitales de lata’, durante la administración del presidente Hernández.

Y aquí, comienzo con el análisis de los candidatos que aspiran a ocupar la silla presidencial del 2022-26:

Yani Rosenthal siendo ministro de la presidencia del 2006-09, tuvo un papel muy importante en esos primeros años de gobierno; dirigió los esfuerzos para medir la ejecutoria del equipo de gobierno del presidente Zelaya. La capacidad ejecutiva y gerencial del Abog.Rosenthal nadie la puede poner en duda; conozco personalmente a Yani y reconozco en el a una persona brillante, un empresario efectivo, y tiene una claridad mental que pocos poseen. También se que es un hombre de familia, con un buen matrimonio con su esposa Claudia. Yani ha aceptado públicamente que cometió un error al comprar ganado cuyo origen era a través de recursos del narcotráfico; pero el ya pagó su error ante la justica norteamericana (lo que deja en entre dicho a nuestro sistema judicial). Creo que Yani, además de poseer la mayor cantidad de herramientas para la correcta administración, ha mostrado verdadero arrepentimiento y merece por tanto ser considerado.

No conozco personalmente a Xiomara Castro de Zelaya, y tampoco conozco de su ejecutoria empresarial, ni tampoco hay antecedentes en el servicio público ya que su labor como primera dama no puede ser considerado como un puesto en la administración pública. A pesar de haber participado en el pasado en procesos electorales, no ha sido electa para un puesto público. Me preocupan sus comparecencias públicas en eventos en Venezuela, donde ha llamado a defender las ‘conquistas’ del socialismo del siglo XXI, o defender los casos de ‘éxito’ de Cuba, Venezuela o Nicaragua. Eso pone en duda su estructura mental para gobernar. No hay evidencia que nos asegure que pueda administrar la cosa pública de manera eficiente; por otro lado el papel que pueda jugar su esposo, el ex presidente Zelaya, en su gobierno hace pensar que pudiese ser un gobierno errático, tal y como lo fue en su etapa final en el 2009. El mayor desincentivo para votar por esta Alianza es el mismo Salvador Nasralla, personaje errático e inconsistente, quien criticó primero a la Fam.Zelaya señalándolos de corruptos, y ahora se une a ellos. A pesar de ello, doña Xiomara es vista por muchos como una alternativa para reemplazar al actual partido de gobierno.

Finalmente el candidato del partido Nacional, el Sr.Nasry Asfura posee un historial en la capital de la república que valida su capacidad de ejecución. Sin endeudar a la alcaldía de Tegucigalpa, logró transformar la ciudad – hoy Tegucigalpa ha resuelto uno de los problemas que mas la aquejaban: el intenso tráfico hacía casi imposible movilizarse apenas hace algunos años, algo que el ha logrado resolver. Por otro lado, la alcaldía de Tegucigalpa reporta una actividad frenética en la construcción de obras, reportando la culminación de una obra casi cada 32 días, sin que como muchos alcaldes, se dedicaron en el pasado a inaugurar obras con placas conmemorativas, el Sr.Asfura ha preferido hacer las obras sin necesidad de reconocimiento. El Sr.Asfura tiene un historial de servicio que data desde antes de aquel fatídico Octubre/1998 cuando la capital fue arrasada por los devastadores efectos del huracán Mitch, cuando puso al servicio los activos y maquinaria de sus empresas, para la reconstrucción de la capital. Sin embargo, no ha logrado resolver otro problema importante de la capital: agua! Lo que empaña su candidatura es su propio partido, el cual ya todos sabemos quienes son mencionados en casos de corrupción. La vida familiar de don Nasry me dice que su orden de prioridades es la correcta, y la manera en que se conduce es sencilla y austera, lo que a mi parecer es valioso.

Habiendo dicho lo anterior, sostengo la tesis que es de igual o mayor importancia inclusive la escogencia de un buen Congreso Nacional, por las implicaciones que esto tendrá en el sistema judicial y que mas adelante detallaré. En el período de 2014-2021, el Congreso ha estado controlado por el Partido Nacional, que junto con el Partido Liberal, han aprobado leyes que menoscaban los intereses de las grandes mayorías. Los legisladores han actuado con desfachatez y descaro, con desvergüenza y operando en la total impunidad, manoseando inclusive recursos públicos.

Estas elecciones son el momento ideal para renovar el Congreso, y llevar a nuevos conciudadanos que echen reversa a tantos malos proyectos legislativos. Finalmente esta nueva legislatura escogerá a los 15 magistrados a la Corte Suprema de Justicia en el 2023. Si escogemos bien, tendremos una Corte que defienda los intereses de la nación. Por tanto, los diputados que escojamos y quien tenga la mayoría, determinará si se logra recuperar en algo el estado de derecho, o si será el final de este último, con sus terribles consecuencias.

En conclusión: nos encontramos en una encrucijada que en mucho determinará si tendremos patria o no en el corto plazo. Así de sencilla es la situación, por lo tanto el peor error es no votar. Salgamos a votar, por quien consideremos nos ofrezca la posibilidad de tener un mejor país, y no por sentimientos revanchistas, porque nada nos ha hecho nuestra patria, y por el contrario los hondureños estamos en deuda con ella.

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