EDITORIAL: “El discurso de Xiomara”
Con mucha expectativa e ilusión, miles de hondureños asistieron a la toma de posesión de la presidente Xiomara Castro en el Estadio Nacional el pasado 27 de enero, en el cual, el discurso fue el momento más esperado del importante acto cívico, y que representaba una pauta de gobierno para los próximos cuatro años.
Entre las menciones más importantes, fueron las cifras negativas en materia económica que el gobierno anterior ha heredado, representando una ilustración del difícil camino que tendrá que recorrer para reactivar una economía realmente dañada y en la miseria, teniendo índices exhuberantes de deuda pública y privada, así como la externa.
Destacó que el inicio de clases presenciales se debe reactivar, estando en medio de una pandemia mundial, por lo que esto conlleva grandes retos para el nuevo mandato, ya que las escuelas están en una condición deplorable, y los niños no pueden regresar a espacios en ruinas. Es decir, antes de las clases presenciales, hay que reparar todas las escuelas que en un 70% necesitan arreglo.
Por supuesto habló de la decadencia que tienen las empresas estatales, y principalmente, la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE), que en este momento es un cadáver andando y que necesita resucitar. Pero a la par de este problema, Castro dijo que los pobres que consuman menos de 150 kilovatios hora, no pagarán por la tarifa energética. Hay que preguntarnos, ¿Es correcto dar este alivio en momentos que la estatal está en quiebra? ¿De dónde se subsidiará lo que no se pague?
Una medida como la condonación de pago de impuesto, es algo que no se debe dar o prometer tan abiertamente, ya que esto puede conllevar al debilitamiento a lo interno de instituciones estatales o la recaudación tributaria, ya que se tendrían índices bajos de captación, y por ende, el Estado no tendría ingresos para subsistir.
Son muchas las propuestas que la ahora presidente promete a la ciudadanía, las que debe cumplir sí o sí, ya que si esto no se llega a hacer, tendrá a un pueblo que se sentirá defraudado. Hemos vivido gobiernos en los cuales las promesas de los presidentes anteriores, no se cumplen, perdiéndose la credibilidad de las autoridades gubernamentales.