EDITORIAL: El periodismo como auditor de emergencia

Uno de los temas que expongo en mi libro; Periodismo, ¿para qué sirve lo que hacemos? presentado hace unas semanas en el Colegio de Periodistas de Honduras (CPH) ante colegas, académicos y estudiantes de periodismo, es el relativo al papel de los medios de comunicación y los periodistas como verdaderos auditores sociales, particularmente como canales de expresión y comunicación ciudadana ante las diversas situaciones que le afectan.

Se trata de ese periodismo de denuncia, exigente en cuanto a objetividad y rigor profesional, creíble y capaz de movilizar acciones orientadas al cambio, me refiero a ese periodismo que visibiliza una problemática particular y cuya virtud está fundamentada en la indagación, en el equilibrio y en la frialdad para cotejar los hechos.

Ese periodismo valiente, crítico, veraz y beligerante resurge hoy con más firmeza en Honduras en medio de la crisis sanitaria provocada por el nuevo coronavirus (COVID-19) y que impacta por igual a todos los sectores de la sociedad, muy especialmente en lo que compete a la responsabilidad y capacidad para el manejo de la emergencia como también a la asignación y uso transparente de los recursos, destinados por millones de dólares, para el combate de la pandemia.

Comprobado está que hacer auditoría social desde la actividad periodística no es fácil, molesta a los grupos de poder, pero es posible, y la sociedad espera eso de sus comunicadores, hoy más que nunca las exigencias por la transparencia y rendición de cuentas son vitales y esto no debe incomodar a nadie, mucho menos a quienes dirigen las instituciones ejecutoras como Invest, la Secretaría de Salud, la Comisión Permanente de Contingencias (COPECO) y otras a quienes la Secretaría de Finanzas les ha hecho desembolsos, nuestro trabajo es preguntar en qué se han gastado o invertido esos dineros, despejar las dudas, denunciar aquello que a la vista parece incorrecto y exigir respuestas.

La emergencia no debe ser una excusa para el uso indiscriminado y abusivo de los fondos públicos, las autoridades gubernamentales están en la obligación de respetar el poder que se les otorgó en un momento de crisis extrema y como bien reza un dicho popular, que “en arca abierta hasta el justo peca”, es prioritario establecer los controles de auditoría respectivos para minimizar las intenciones de desvío de recursos y garantizar que los mismos se utilicen eficazmente en beneficio de la población.

En este sentido, llama la atención la negativa gubernamental para incorporar en las comisiones de seguimiento en el uso de los fondos, a tres instituciones que como el Foro Social para la Deuda Externa de Honduras (FOSDEH) el Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) y el Colegio Médico de Honduras (CMH), son sin temor a equivocarme, los organismos de sociedad civil con mayor credibilidad en el país, no se concibe un plan de transparencia en esta emergencia, sin la representación de los mencionados.

Desde los diferentes espacios de los medios de comunicación y en plataformas digitales, hemos venido cuestionando que en el contexto actual del COVID-19, lo que menos se necesita es el abuso en la propaganda gubernamental, ni publicistas de imagen, tampoco se requieren de call centers que resalten la obra y figura de funcionario alguno del rango que sea, Honduras urge además de transparencia, que los mejores profesionales de la salud sean los que estén al frente de la emergencia, tanto en la parte estratégica operativa como en el plano hospitalario.

Como bien se planteaba en un magistral editorial de Diario LA TRIBUNA, hoy el periodismo es más necesario que nunca, y vaya que sí, es determinante en el fortalecimiento de las grandes transformaciones sociales, en la consolidación de una democracia participativa e incluyente, vigilante de la conducta de los gobernantes y sus colaboradores, y obligados a poner en evidencia y sacar a luz todo aquello que es incorrecto y que se desea mantener oculto, esa es la verdadera esencia de nuestro periodismo.


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