EDITORIAL: La ciudad del desorden
Desde que un político comienza su campaña para aspirar a un puesto gubernamental, ya sea este para presidente, alcalde o en un curul en el Congreso Nacional, sus consignas son de mejoramiento para el bien ciudadano, diciendo que se van a realizar obras o programas que beneficiarán a la población, pero habitualmente, esas promesas solo quedan en eso, en promesas.
Para el caso, la ciudad de Tegucigalpa, capital de Honduras, presenta muchas deficiencias como una ciudad importante, ya que las autoridades nunca han priorizado en el desarrollo, como, por ejemplo: construir represas que ayuden al mejoramiento del abastecimiento de agua en la ciudad, un problema eterno que nunca se ha resuelto.
La problemática lleva décadas sin poder tener una solución de una manera oportuna. Al menos en 30 años no se hizo una nueva represa, ni se canalizaron 20 quebradas o ríos que van a dar al mar, con aguas contaminadas, ya que la cultura de botar basura en estos afluentes naturales está siempre presente en la población hondureña.
En este aspecto muchos alcaldes debieron tener la visión de educación para gobernar y desarrollar la ciudad. Es por esto que Tegucigalpa es una de las ciudades más desordenadas y con menos planificación de Latinoamérica, comenzando todo esto, desde gobiernos municipales, como el de Elvin Santos Padre.
El último alcalde que trabajó por la ciudad fue Henry Merriam, teniendo una visión de zonificar y diseñar la ciudad. Desde ese tiempo, no ha habido visión, y la actual gestión edilicia comandada por “Papi a la Orden”, enfrenta un problema de un 70 % del sistema de aguas negras y lluvias colapsadas, con una sobrepoblación que crece por todas partes. Esto solo por mencionar un problema actual de la ciudad.
No es posible que con todas las transferencias que el Gobierno central pasa a las alcaldías, y en especial la del Distrito Central (DC), no se haya podido hacer trabajos adecuados, para que mediante el pago de impuestos de la ciudadanía, se inviertan en obras de infraestructura que sean en pro de la ciudadanía. ¿A dónde ha ido a parar todos esos fondos? Tegucigalpa merece un cambio drástico, y mejores administradores municipales.