EDITORIAL: Vencer la corrupción, ¿una tarea complicada?

Suele suceder que cuando un candidato a cargo de elección popular se encuentra haciendo campaña, trata de convencer al electorado que luchará en contra de la corrupción, erradicándola por completo. Pero hace falta más que una buena voluntad, para que este flagelo finamente lo venzamos como pueblo.  

Para terminar con la corrupción, y precisamente en Honduras, se tiene que luchar desde la raíz del asunto. Fijar la mirada en las instituciones que por décadas han estado bajo el lado oscuro de actos irregulares, dirigidas por personas de cuello blanco que usaron como alcancía una institución en el Gobierno.

La corrupción en nuestro país es como un árbol frondoso de tronco firme, con raíces bien cimentadas en el suelo. Tan profundas que es difícil cortarlas. El negocio de la política es tal, que es complicado que una sola persona le haga frente a este mal endémico de los pueblos. Para vencer esta situación, se tiene que cambiar a una generación completa.

Para que un Estado sea honesto del todo, se tendrá que cambiar a cada individuo de cada dependencia estatal. Sustituir toda una estructura gubernamental que ha estado por mucho tiempo. La corrupción es un negocio que ha servido para enriquecer a la gran mayoría, y es por eso que no es una tarea fácil.

Es de saber también que la corrupción, no solo está presente en personalidades gubernamentales, también el ciudadano es corrupto, desde el mismo momento que copia en un examen, hasta cuando se le da “mordida” a un agente de tránsito en la calle. Si se quiere cambiar o revertir esta situación, vemos que la estructura podrida es muy grande, y no es tarea fácil.

¿Quién tendrá la culpa de que Honduras sea corrupto por naturaleza? Para saberlo, debemos remontarnos a la historia, e ir viendo como las mieles del poder fueron enamorando los ojos a los funcionarios, y poco a poco se fueron llenando los bolsillos, ante la impunidad que también crecía a pasos agigantados. La corrupción es un mal que hay que eliminarlo, pero solo queda en la voluntad de cada individuo de un país.

Leave a Reply