Las deportaciones se vuelven una pesadilla para los migrantes centroamericanos

A Raúl, de 27 años, lo deportaron el miércoles a Guatemala junto a su pequeña hija, después de buscar sin éxito el ‘sueño americano’. Pero el regreso a casa se ha convertido en una pesadilla para él y miles migrantes centroamericanos que son retornados a un punto fronterizo en el norte del territorio, en medio de la nada.

Desde hace varias semanas, México inició la deportación de migrantes guatemaltecos, hondureños y salvadoreños en la frontera El Ceibo, un lugar de difícil acceso ubicado 600 kilómetros al norte de la Ciudad de Guatemala, donde los retornados no cuentan con mayor asistencia, a diferencia de otros puntos fronterizos.

Raúl y su hija, junto a más de 500 migrantes, fueron deportados el jueves en seis autobuses, y la mayoría de ellos desconocían que se encontraban en el municipio de La Libertad, en el departamento de Petén, una región de exuberante jungla.

La amargura de Raúl por su situación era similar a la de Vicenta, una mujer de 21 años que tampoco pudo llegar a Estados Unidos y fue deportada por las autoridades mexicanas.

Algunas entidades ya se encuentran en el punto fronterizo y han empezado a auxiliar con llamadas telefónicas a los migrantes. Vicenta fue una de las beneficiadas y decidió llamar a un familiar en Los Ángeles, Estados Unidos, para que la ayudara con dinero para regresar a su hogar. La mujer lloraba porque no sabía dónde se encontraba y tampoco tenía dinero.

Es el mismo caso de Mynor, un migrante originario del departamento de Chiquimula, cercano a la frontera con El Salvador, en el otro extremo de Guatemala. Mynor viajaba a Estados Unidos con dos de sus hijos y ahora tiene que buscar la manera de llegar a su hogar, a unos 700 kilómetros de distancia.

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