Lucha contra reloj para rescatar a los supervivientes del terremoto en Turquía, que ya ha causado 35 muertos | Internacional

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Los equipos de rescate transportan en camilla a un superviviente recuperado de debajo de los escombros, este sábado en Turquía. En vídeo, una TV turca emite en directo el momento en el que comenzó el terremoto de Elazig.

Los equipos de emergencia turcos luchan contra reloj para extraer a los posibles supervivientes de entre los escombros de los edificios que se han venido abajo por el terremoto de magnitud 6,5 que sacudió el este de Turquía el viernes por la noche. El sismo ha provocado ya 35 muertes y más de 1.600 heridos, según el último recuento de la Agencia de Prevención de Desastres y Emergencias (AFAD). El ministro de Interior turco, Süleyman Soylu, anunció en la mañana del sábado que 39 personas habían sido rescatadas (y otras seis más lo fueron tras su comparecencia). Esta madrugada, los equipos de rescate se han centrado en rescatar otras 45 personas que se cree que podrían quedar aún con vida bajo los edificios derrumbados. En ellos se centran ahora todos los esfuerzos.

“¡Silencio! ¡Silencio, que nadie hable ni se mueva!”, gritaba un especialista en salvamento en el distrito de Mustafa Pasa de la ciudad de Elazig, aplicando un aparato estetoscópico a los escombros de una vivienda de varias plantas en la que una mitad se había desmoronado completamente y la otra se mantenía precariamente en pie, mientras la cadena CNN-Türk retransmitía en directo los trabajos de rescate. “Los trabajos siguen pacientemente su curso. En esta zona hemos escuchado cuatro sonidos y una [persona] ha sido rescatada. Hay que estar en silencio para ayudar a los equipos de rescate”, explicó el titular de Interior. El silencio es primordial para estos trabajos ya que los equipos electrónicos de los rescatadores permiten detectar incluso la respiración de quienes han quedado atrapados en los edificios derruidos, además de contar con la contribución de perros entrenados en estos menesteres.

En algunos casos, han sido los teléfonos móviles los que han salvado vidas. En todos los medios turcos se han reproducido las imágenes de una trabajadora de los equipos de rescate que ha contactado con una persona bajo los cascotes: “Azize ¿me escuchas? ¿Puedes dar la voz a tus vecinos? Que todo el que pueda hablar lo haga. Que nadie se quede dormido. Estamos arriba. Que nadie se calle. Tú eres la madre de todos los que están abajo. Eres la única persona con la que hemos logrado contactar. Sé fuerte”. Tras horas de trabajo, 17 después de que se produjera el terremoto, Azize fue extraída con vida de los escombros.

Otra de las víctimas del terremoto, un estudiante de la Universidad de Elazig, explicó que quedó atrapado junto a sus cinco compañeros de piso. “Nos quedamos a oscuras y de repente caí. Cuando volví en mí, escuché que uno de mis amigos lloraba a mi lado. Estábamos bajo los escombros pero no podíamos hacer nada. Yo solo podía mover el brazo izquierdo y la pierna derecha, porque una columna me presionaba el resto del cuerpo”, relató desde el hospital al diario Karar: “Tenía el móvil en el bolsillo y lo saqué. Encendí la luz pensando que así nos verían y nos rescatarían. Cómo nos salvaron, solo Dios lo sabe. Los policías y los equipos de AFAD nos sacaron por un hueco diminuto”.

El Gobierno turco ha desplegado a 1.167 efectivos del Equipo Nacional de Rescate Médico (UMKE), AFAD, la Gendarmería y el Cuerpo de Bomberos. Pero, en algunos casos, sus esfuerzos han sido en vano, como ha ocurrido con un niño de 12 años que falleció poco después de ser rescatado junto a su madre embarazada, que sí sobrevivió.

El ministro de Sanidad, Fahrettin Koca, informó de que más de mil personas han sido atendidas por los servicios médicos aunque solo un tercio eran heridos de consideración. A mediodía del sábado, 128 personas seguían hospitalizadas, 34 de ellas en cuidados intensivos. Koca dijo, además, que se han enviado a la región cuatro hospitales móviles y 48 tiendas de atención médica pero por el momento “no ha habido necesidad” de desplegarlos. En Estambul, un empleado de la Media Luna Roja a cargo de una unidad móvil explicó a este diario que se está invitando a los ciudadanos a donar sangre porque “la mayoría de las reservas han sido enviadas a la zona del terremoto” y las de las grandes ciudades han quedado muy reducidas, lo que supone “un riesgo”.

Los edificios derrumbados por el terremoto se cuentan por decenas. En la aldea de Çevrimtas (Elazig), prácticamente todas sus viviendas se vinieron abajo, aunque solo dos personas fallecieron. En la vecina provincia de Malatya, en los municipios de Pütürge y Doganyol, las autoridades municipales contabilizaron en un centenar los edificios en estado de ruina. Pero son muchos más los dañados leve o severamente, según reconoció el ministro de Medio Ambiente y Urbanismo, Murat Kurum, que pidió a los vecinos que no regresen a sus hogares hasta que los más de 300 técnicos desplazados a la región evalúen los daños. Kurum anunció que hoy se iniciará la ayuda económica a los damnificados y el Gobierno también hizo pública una moratoria de tres meses para el pago de impuestos. Las autoridades sostienen que no se han registrado daños de gravedad ni en las canalizaciones ni en los pantanos de la zona, si bien en la cárcel de Adiyaman, a 120 kilómetros del epicentro, han aparecido importantes grietas y se ha ordenado el traslado a otras prisiones de sus más de 800 reclusos.

Miles de personas se preparan para pasar una segunda noche a la intemperie pese a las bajas temperaturas. El mercurio oscila entre los 0º y los 2º durante el día y bajará hasta los 10º bajo cero durante la noche, lo que ha hecho que muchas familias se reúnan en torno a hogueras improvisadas en calles y parques, asustadas por las cuatrocientas réplicas que han seguido al terremoto inicial, trece de ellas de magnitud superior a 4,0. AFAD y la Media Luna Roja han repartido unas 9.000 tiendas de campaña, 17.000 colchones y más de 34.000 mantas entre los damnificados y las autoridades han abierto polideportivos y residencias de estudiantes para acogerlos.

El director del Observatorio Sismológico Kandilli de Turquía, Haluk Özdener, explicó en una rueda de prensa de madrugada que era previsible un terremoto en las provincias de Elazig y Malatya, ya que se encuentran en una zona de gran actividad sísmica, la falla de Anatolia Oriental. De hecho, en 2010, un terremoto de magnitud 6,1 en Elazig supuso la muerte de 42 personas. El experto del observatorio advirtió también de que los temblores pueden repetirse en la región ya que se calcula que se ha producido una fractura de unos 40 kilómetros en la corteza terrestre y las placas ahora buscarán su ajuste natural.

El mayor sismo registrado durante el último siglo en Turquía fue el de Erzincan (este del país), de magnitud 7,8 y que, junto a las réplicas que siguieron, dejó 32.000 muertos. Más recientemente, en 1999, un terremoto de magnitud 7,6 en Izmit (a cincuenta kilómetros de Estambul) mató a 17.000 personas y, unos meses después, la tierra volvió a temblar en Düzce, un centenar de kilómetros más al este del anterior sismo, provocando más de 800 víctimas mortales. El último gran terremoto que ha vivido el país sucedió en 2011 en la localidad de Van, fronteriza con Irán. Un primer terremoto de 7,1 seguido por otro de 5,6 dos semanas después resultaron en cerca de 650 fallecidos y dejaron a unas 60.000 personas sin hogar.

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