Sudáfrica experimenta descensos repentinos de casos de COVID-19

Durante las últimas dos semanas, Sudáfrica ha experimentado una situación excepcional que los médicos todavía no logran explicar: una caída dramática e inesperada en la tasa diaria de contagios por coronavirus.

Las camas en los hospitales están listas, se han preparado salas enteras, las operaciones no urgentes han sido reprogramadas y las ambulancias, equipadas.

Mientras, los equipos médicos han estado ensayando sin parar los protocolos durante semanas y las autoridades de salud se han pasado largas horas en reuniones en línea elaborando y ajustando sus planes de emergencia.

Pero hasta ahora, y contra la mayoría de las predicciones, los hospitales de Sudáfrica permanecen calmados: el “tsunami” de infecciones que muchos expertos auguraron no se ha materializado. Al menos, no todavía.

“Es un poco extraño, misterioso. Nadie está seguro de qué está pasando”, cuenta el doctor Evan Shoul, especialista en enfermedades infecciosas en Johannesburgo.

Los expertos en salud advierten, sin embargo, que es demasiado pronto para ver esto como un avance significativo y les preocupa que incluso pueda desencadenar una peligrosa sensación de complacencia.

El presidente Cyril Ramaphosa ha sugerido que las dos semanas de confinamiento son las responsables y ha extendido las restricciones a nivel nacional, que estaban programadas para finalizar dentro de una semana, hasta fin de mes.

Sin embargo, pese a que otros países también han impuesto confinamientos severos, no han obtenido resultados semejantes.

Así, a medida que el país y el continente continúan preparándose para el impacto potencialmente devastador de la pandemia, los médicos luchan por explicar lo que está sucediendo en Sudáfrica.

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